Pero..., si no existía el VIOLÍN, ¿Cómo es posible que una mujer, y de religión judía, estuviera tocándolo en Teruel, en el siglo XIII?
POR Angel Alvarez Orgaz
12/11/2023
En el siglo XIII, la población judía de Teruel, no llegaría a las cien personas, de un total de cuatro mil. Muy lejos quedaba, aún, aquel futuro siglo donde se les expulsaría de España, dándoles tan solo tres meses de plazo, para vender sus pertenencias, las cuales, tuvieron que regalar o abandonar, finalmente, porque nadie se las compraba. La otra opción era el cambio de religión, al cristianismo imperante. ¡Dios mío, eso ocurrió en la misma época, en la que conquistamos América!
Sin embargo, en este siglo XIII, aún éramos gente normal y corriente, con cierta tolerancia por los demás personas, e incluso a veces, aunque a escondidas, respetuosos con las demás religiones.
Es por ello, que esta mujer, que lleva puesta una kipá roja, sobre su cabeza, mientras toca el violín, no deja de sorprendernos, por varias razones. Que la kipá sea roja, no estaba prohibido, pero el significado de la Kipá tiene que ver con la humildad, y que sea tan colorada, hace que destaque, porque le queda bastante bonita.
Y que lo lleve una mujer hebrea es raro, incluso hoy en día, porque no es políticamente correcto, en la ortodoxia judía. Sin embargo, en Teruel del siglo XIII, ¡SÍ QUE LO LLEVABAN! ¡Olé, mi Teruel!
Volvemos a estar, otra vez, ante una relajación de las costumbres, y es que, para rezar en la frontera de guerra, junto a la muerte cotidiana, las mujeres se consideraban parecidas a los hombres, porque, mientras ellos luchaban, ellas estaban rogando por la victoria, en las iglesias, mezquitas y sinagogas. Al menos, algunos minutos, que luego, si las cosas se torcían, que era casi siempre, tenían que ayudar en los asedios y las razias, y morían también, junto a los hombres.
"Humildad", ese es el sentido genérico de la Kipá, que significa “cúpula” (y no "cópula", ¡por Dios!, que se me traba la escritura todo el rato). Por debajo de la Kipá, está el mundo. Por encima, está Dios. Y no se puede pronunciar el nombre de Dios, sin llevarla puesta, cuando se reza. Sin embargo, esta hermosa mujer, se la ponía para tocar un instrumento de cuerda, dentro de la casa de Yahvé. ¿ACASO PUEDE EXISTIR UNA ORACIÓN MÁS BELLA?
Pero, lo asombroso, es que esta mujer hebrea, está tocando un mítico instrumento, el eslabón perdido de la genealogía instrumental, de la cuerda mundial, el que es el instrumento Homo Antecessor, que está entre el Homo Laúd Erectus, y la Homo Neandertal viola, junto a su "primito matón", el Homo Sapiens violín.
Nos estamos refiriendo a la mítica, única, e ibérica, Vihuela de Arco: La mamá de todos los instrumentos con arco.
Y, ¡sí, somos españoles, y no sabemos qué es, ni para qué sirve, ni nos interesa! ¿Pasa algo?, que yo me sé todo el anuario de los resultados de futbol desde 1.932 hasta nuestros días, de memoria, y nunca había oído nada del "Vihuela Club de Fútbol". Un fallo lo tiene cualquiera.
Ni los mudos graznidos del ave Moa de Nueva Zelanda, ni los aullidos silenciosos del tigre de Tasmania, ni los balidos desesperados del extinto bucardo aragonés, hace unas pocas décadas..., un mamífero bien grandote, con sus cuernos y todo, y no un raro insecto amazónico, ni un crustáceo ciego escondido en una cueva, del que un día escribiremos, largo y tendido..., porque, en fin, existe algo aún más seco y baldío, en pura ignorancia, que España, y es su papá, Aragón..., que me distraigo..., ¿qué me decía?
Así, decía, que ni los graznidos, ni los aullidos, ni los balidos más auténticos y poderosos de la naturaleza extinta mundial, podían compararse con la armoniosa melodía de nuestra extinta Vihuela de Arco.
Que aparezca una Vihuela de Arco, pintada en el siglo XIII, en la techumbre de una catedral, es algo así como la reaparición del extinguido pez Celacanto, en una cala de Alicante, en las aguas someras mediterráneas de la Península ibérica (Pero, ¿a quién le importa eso, en plena Fiesta perpetua?).
Increíblemente, en la catedral de Santa María de Mediavilla, en Teruel, a varias decenas de metros de altura, si levantamos la cabeza, claro, y nos esforzamos un poquito, tenemos otra “cosa” que no existe en ningún lugar de nuestro "tímido planetilla". Y consiste en una tablilla, dibujada con una especie de azulada sirena marina, tatuada, y de rojo kipá, que está tocando la Vihuela de Arco, mostrando un contenido rostro, de formidable éxtasis.
¡A - LU - CI - NAN - TE - RUEL!
Y, con la ayuda de un arco, que tal vez sea el mítico estilete, de un atrevido pez espada que la siguió, a lo largo del río Turia, desde alguna olvidada Fiesta mediterránea, hasta que ella emergió, en la ciudad donde esté río nace de verdad, aunque el nombre se lo quedaran en Valencia, y que ella descubrió, para decidir quedarse allí, enamorada, por lo tatuada.
Una sirena hebrea, que ya tuvo la visión de vestirse, en aquel siglo XIII, con los colores de lo que sería su futura bandera, la de Israel, el blanco es la divina misericordia, y el azul, la gloria y pureza de dios. INCREÍBLE, LA COINCIDENCIA, ¿VERDAD?
Naturalmente, la señora sirena, lleva tatuajes bien vistosos en los brazos, que se cimbrearían entre los claroscuros de las lámparas de aceite y los fogosos movimientos de su cuerpo danzante.
El problema es que los hebreos tienen prohibidos los tatuajes, expresamente, en el libro de la Toráh, que el cristiano Pentateuco, en concreto, en el libro del LEVÍTICO. Es probable que al ser tatuajes con jena, superficiales y que se puedan quitar, no lo considerasen así. Pero, no olvidemos, que España es una Fiesta, que la pagan en Europa, pero no les importa, y a nosotros menos. Y que, Aragón es una Juerga, y Teruel... es su Fiesta de la Vaquilla del Ángel. Lo más, de lo más, de lo más, pues lo siguiente.
No hay palabras para describir la Vaquilla, porque es algo que no se puede enjuiciar, al estar más allá, del bien y del mal. Yo solo digo, que de los San Fermines, cuando acaban, se vienen a la Vaquilla de Teruel. Y, con eso, he dicho todo. Es todo, muy cultural, digámoslo así, solo que es una cultura de hace ocho siglos, a la que le hemos añadido alcohol, como para asar una vaca.
Que la antigua, tiene los mismos derechos a existir que la de ahora, e incluso, el derecho de ser Patrimonio cultural de la Humanidad. Pero, que la de ahora, tan solo tiene el deber de civilizarse. Al menos, pare respetar a los que no estén totalmente ebrios y quieran disfrutar, sanamente, de la Fiesta Mudéjar.
Pero, centrémonos en la dichosa vihuela de arco, o también llamada viola de arco. Este es un instrumento nacido en Iberia. Y con eso, queda dicho todo. No nos importa ni un carajo. Iba a decir, que nos importa menos que una gaita, pero eso obvio, y redundante, por lo repetitivo.
Naturalmente, el violín es una evolución “genético musical” de la vihuela. Pero, el violín, como sí que nació en Italia, pues, ¡qué bien! ¡Qué importante es el violín! Y si es un Stradivarius, pues alucinamos todos, en colores. Bueno, pues que sepamos que la “abuelita” del Stradivarius, nació en la Península Ibérica, y se llamaba Vihuela, y no habichuela, ni tachuela (Y lo peor de todo es que, aunque la tocaban los judíos, la inventaron los moros mudayyanes que vivían por aquí).
Además, esta es una de las antiguas, porque solo tiene tres cuerdas. Pues nada. Vamos a ver cuanto tiempo tardamos en que haya una gotera en la Armadura, y toda la pintura se nos vaya a la porra. No nos ha llegado en muy buenas condiciones, es la verdad, pero siempre podemos restaurarla, ¿no? Se hizo, en 1.999, y menos mal, pero... un día, hablaremos de la restauración que se hizo, después de la Guerra Civil Española, hasta 1.945, donde ¡se pintaron hasta nuevas tablillas mudéjares!
Sí, las más modernas de la historia reciente mundial, también las tenemos en nuestra catedral. Son bastante feas, y se nota a la legua, Pero, ¡no falla!, son las que, primero, la gente mira: "¡Ay, qué bonitas!", "Sí, una luna, un sol, una cruz..., una estrellita"...
Parece ser, que los obuses, comunistas y estalinistas, ayudaron a hacer "desaparecer alguna", después de la guerra que aquí, la ganaron los nazis, los fascistas y los franquistas, a la inversa del resto del planeta, pero que a nadie le importó ni un higo chungo, durante cuarenta años.
Y las tablillas, desaparecieron, por el arte del birlibirloque, es decir, que "lo que se birla, que nadie te lo toque", y que ahora están en alguna mansión palaciega, del otro lado del Atlántico. ¡Existen fotos, en blanco y negro!, y algunas, están colocadas junto a un sillón de cuero oscuro y junto a una chimenea, creo. Un buen lugar privado, para su conservación.
Pero, nos queda este hermoso rostro, que refleja una mística y serena paz del alma que, algún día, cuando despertemos de tanta Fiesta, lucharemos por recuperar.