II.El Secreto del Grial: ¡En Teruel! - Pequeñas discusiones de familia

POR Angel Alvarez Orgaz
01/12/2023

Aquí está todo, y hoy os lo vamos a demostrar: Jesús y María Magdalena. Pero, ¿por qué no, Jesús y la Virgen María? Eso sí que hubiera vendido Biblias, ¡caramba!

En este segundo apartado nos centraremos en las primeras discusiones familiares que hubo, que son esenciales para entender la historia del verdadero Santo Grial, el secreto cátaro, y tal vez también, la del otro Santo Grial, el Cáliz de Cristo, que está en la Catedral de Valencia o en la Colegiata de San Isidoro de León (¿?) Y ambos son candidatos porque, por increíble que parezca, es muy posible que los dos hubieran estado en la mesa de la Última Cena. Naturalmente, Jesús solo bebió de uno, pero tuvo el otro junto a Él (ver en próximos capítulos). Pero continuamos con lo nuevo:

 

Nos dice San Juan, que en los pies de la cruz, también estuvo la que era hermana de la Virgen María, que se llamaba María de Cleofás, y que tenía cuatro hijos, con ese señor llamado Cleofás.

Está claro, que Juan nos está diciendo, que Jesús también tenía primos y tíos. Y que su tía María estuvo con su Madre María, en el martirio, y junto a María Magdalena. Naturalmente, no nos habla de tíos ni de primos, pero eso lo deducimos nosotros, fácilmente, ¿no?

Increíblemente, es a ella, a su tía, a la segunda persona a quien se le aparece Jesús, después de la resurrección, cuando María Magdalena la avisa, porque estaba con ella, en el Huerto de los Olivos, donde estaba el sepulcro. Es decir, que a las primeras dos personas a las que Jesús se les aparece, ¡SON MUJERES! Y esto es muy raro. 

No quiero faltar a las sensibilidades, pero en aquella época, la normalidad entre hombres y mujeres era tremendamente anormal, respecto a la nuestra. La violencia de género sobre la mujer, no era muy diferente a la de arrear a las mulas, de nuestros abuelos, para que fueran más rápidas. 

Y, claro, en caso de que fuera cierto, Pedro y Juan no lo iban a consentir. La tercera persona en ver a Jesús resucitado no sería una mujer. Y se fueron corriendo al sepulcro, a pesar de no creerse para nada, lo que le contaron, ni la tía de Jesús, ni María Magdalena. Pero cuando llegaron, la enorme piedra redonda estaba movida. Y, no encontraron a Jesús. Alguien había robado el cadáver. No las creyeron.

Para nosotros está muy claro que, si Jesús resucitado hubiera querido, sí que le habrían encontrado. Además, Jesús estaba en un estado de TRANSFIGURACIÓN, que no sabemos del todo lo que es eso, pero que le dijo a María Magdalena, que no le abrazara todavía, por ese motivo.

Pero, es que el tercer y cuarto puesto, sí que lo ocuparán, finalmente, dos hombres, que fueron los que quiso Jesús:

Se apareció a Cleofás y Simeón, su tío y su primo. Que por cierto, NO LE RECONOCEN, hasta el final de la conversación. También le pasó durante un rato, a María Magdalena, que lo confundió con un jardinero. Sí, eso dice San Juan. Fue cuando Jesús, la llamó por su nombre, que tal vez fuera algo muy íntimo y que solo conociera ella, algo así como "Maleni", o "Mari"..., pero que algo pasó, que la Magdalena LE RECONOCIÓ, PERO POR ESE MOTIVO. Con la voz solo, no le fue suficiente, aunque imaginamos que Jesús seguiría teniendo la misma.

Nuestra explicación, a que no fuera reconocido, es muy simple. Jesús llevaba una corona de espinas que le cubría, no solo la frente, sino todo el cráneo, y se la habían incrustado a base de darle palazos, en la cabeza. Se la pusieron los soldados romanos, porque Pilatos y el Sanedrín de los sacerdotes del Templo, le habían acusado de proclamarse el Rey de los Judíos. Falsamente, claro, porque Él tan solo decía que "Mi Reino no es de este mundo". Entonces, de alguna manera, Jesús admitía que Él, siendo judío, era Rey, lo cual era un delito contra Roma. El cínico malentendido continuó y llegó hasta los soldados romanos, a los que les hizo una gracia de la ostia, y le gastaron la "bromita". Además, le habían metido un garrotazo en la cara, y le habían partido la nariz. Y le habían arreado unos cuantos latigazos, en el cuerpo y en la cara, con unos latigos de cuero, que levaban en la punta, cosidas, unas bolitas de hierro.

Entonces, imaginaros que estamos en el siglo XXI. Lo hubieramos llevado a Urgencias. ¿Qué es lo primero que le habrían hecho? ¿Dejarle tres horas en la sala de espera? Es probable, pero luego, ¡LE TENDRÍAN QUE HABER CORTADO EL PELO Y AFEITADO LAS BARBAS! Imposible curarlo, sin posibilidad de una infección en el cuero cabelludo, y con la nariz partida, y con la cara rasgada, embotada e hinchada.

Nuestra teoría es que los Ángeles, cuando fueron al sepulcro para ayudarle a resucitar, de parte de Dios, ¡Le bañaron, le limpiaron, le dieron ropas limpias, y... ¡LE CORTARON EL PELO Y AFEITARON LAS BARBAS!

Tenían que darle un buen aspecto. No le iban a resucitar y dejarle ir por ahí, TRANSFIGURÁNDOSE, todo sucio de sudor y sangre. Pensad, que las mujeres no pudieron ungirle y limpiarle, la noche de su muerte, por entrar en sábado. Y que le pusieron la Santa Sábana encima, por eso. 

Y como tenía heridas como por un tubo, en el momento de su resurrección, impregnó la sábana con una radiación desconocida, pero con matices muy parecidos a los que deja un animal muerto, en una tela de lino, a lo largo de meses. Es como si el cuerpo de Jesús se hubiera descompuesto por completo en un instante, que hubiera significado meses, en otro sistema de referencia espacio temporal (Ya hablaremos de esto, en otro capítulo).

Por cierto, la Santa Sábana fue el Mantel de la Última Cena. Sí, queridas y queridos, sí. Que entonces no era como ahora, y el sábado cerraban todo, y no le pudieron comprar una sábana de lino mortuoria: ¡Le pusieron encima lo único que encontraron!

 

Seguimos: pero resulta que Jesús no se les aparece, a Pedro y a Juan, ni atado con una cuerda. ¿Por qué? Realmente, después de que estuvieran pasando aquí, cosas tan inconcebibles, como la resurreccion de una persona fallecida, después de tres días, torturada y con un lanzazo que le atravesó el pecho, hasta el corazón, para rematarle, digo que, después de algo tan indescriptible, ¿hay alguien que se cree, que el orden con que Jesús se iba encontrando a sus seguidores era casual? Por lo pronto, no le vio nunca, nadie de los que le habían acusado, sentenciado y asesinado, que eran muchos más. 

No obstante, aquí pasa algo más raro todavía. ¿Por qué no se aparece Jesús, a su madre, la Virgen María, ni a San José, también su padrastro, el marido de la Virgen? A la Virgen María y sus hermanos no se les aparece expresamente, sino como dentro de una mención evangélica difusa: “se apareció a más gente”. Lo cual, que se aparezca a su tía María, personalmente, y no se le aparezca a su madre María, más que de forma difusa, es incomprensible.

San José no aparece nunca por ningún sitio, ni antes ni después de la muerte de Jesús. Está admitido por la Iglesia, que murió antes de que Jesús empezara su vida pública. Pero, muerto, tiene más minutos de gloria en los evangelios, que María Magdalena estando viva, a lo largo de todos ellos. Es muy extraño, lo multiplicada por cero que estába siempre la Magdalena, en los cuatro evangelios canónicos, que no es así en los apócrifos, que son decenas, donde se la nombra continuamente. Sí, esos que se quemaron, pero que, milagrosamente, han sobrevivido.

Es como si la paloma del Espiritu Santo, tan solo se hubiera posado sobre los tres que apenas la nombran, salvo el evangelio de Juan, que la nombra mucho más, y que a punto estuvo de ser quemado. Se salvó por contener el libro del Apocalipsis, porque era el único.

 

La muerte de San José, implicó dos cosas: que la Virgen tenía la obligación de irse a vivir con su hermana María y el marido de esta, Cleofás, y que Jesús convivió con sus primos como si fueran hermanastros.

Y de aquí, es de donde ya podemos deducir algo totalmente asombroso: que Jesús, después de su resurrección, no se estaba apareciendo a los futuros fundadores de la Iglesia católica, a pesar de que esa era, en apariencia, la herramienta que haría posible el deseo de Jesús, de difundir su mensaje por todo el mundo, sino que se estaba apareciendo a TODOS SUS FAMILIARES, y en UN DETERMINADO ORDEN, que era un orden afectivo.

Es decir, que se estaba apareciendo primero, a los que más amaba. Salvo con la excepción de Juan, pero eso tal vez fue porque, Juan iba muy mal acompañado por Pedro, que negó tres veces conocer a Jesús, el día de la crucifixión, cuando estuvo a punto de ser detenido, para librarse de la muerte. Y, ¿este fiera iba a ser el primer Papa?

 

Entonces, algo no cuadra aquí, con las apariciones de Jesús:

Primero, se apareció a María Magdalena (¿Recien bañado, limpito, con el pelo corto, perfumado y sin barbas?).

Segundo, se apareció a su tía María, que le hizo de madrastra.

Tercero y cuarto: a su tío Cleofás, su padrastro, y a su primo Simeón, los dos, de su máxima confianza dentro de su clan familiar.

 

Pero, sospechamos que si lo hizo así, fue porque se apareció a sus familiares en el orden en que su corazón amoroso le dictó: ¿Acaso no es lógico y legítimo, que Jesús lo hiciera así?

No se aparece ni a su madre, la Virgen María, ni a sus hermanos, más que de una manera difusa, junto con un gran grupo de gente, lo cual es congruente con el enfado que llevaban, Jesús, y la Madre, junto con sus hermanos, y que emana de las escrituras, al no invitarles a su Última Cena, antes de morir, de la cual también renegaban de ir, su madre y sus hermanos.

No se aparece a su Madre, la Virgen María. Pero sabemos que ya no quiso verla, en varias ocasiones, ya muy próximo a su muerte y resurrección:

“Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él (porque llevaban meses detrás y Jesús no quería). Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”. Jesús le respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre (Mateo 12, 46-50).

Pero, finalmente, la tuvo que ver, porque Ella estuvo al pie de la cruz, jugándose la vida, junto a su hermana, María de Cleofás, María Magdalena, y Juan:

"Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo Juan: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa." (Jn 19,26-27).

Pues que aún seguían ambos discutiendo. Increíble, pero ¿cómo puede ser esto? Alucinante. Jesús se estaba muriendo en la cruz y aún estaban los dos, Madre e hijo, enzarzados con la historia, de cuál era el motivo, para que Él no la hubiera querido ver en los últimos meses. Y ahí es cuando Jesús le dice, y esto lo cuenta el propio Juan: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, Y a Juan: "Aquí tienes a tu Madre".

Pero, una madre es una madre y lo que ella hubiera querido oírle decir, además, con lo que estaba sufriendo de verle así, hecho trocitos, es: “Madre, tú sí que eres mi Madre, y no cualquier MUJER. Perdóname por no haber sido un buen hijo, y haber estado contando bobadas, de que ya no eras mi Madre, y de que ya no te conocía, y por no haber insistido en que te quedaras a cenar conmigo, tú y mis hermanos, en la Última Cena. Que a lo mejor, si os hubiera dicho que era la Penúltima, tal vez hubiéseis aceptado, ¿verdad?”.

Pero no, Jesús sigue “erre que erre”, clavadito en la cruz, como una lata de sardinas. Y, arreando que es gerundio, repartiendo leña. Jesús estaba enfadado y mucho, con su Madre.

Vamos a ver, que Jesús no estaba en una discoteca, tomándose unas copas, caramba, que le habían metido 300 latigazos terribles, cuando el máximo por ley romana eran de 40. Y se estaba asfixiando en la peor de las torturas, con unos dolores terribles, con los clavos en las muñecas, y en los pies. Pero, aun así, ¿continúan los dos con la discusión? Esto sí que es una discusión familiar de la leche, y lo demás son bobadas. Y, eso sí que es tener fe, ¡Jesús!, en que sí que iba a resucitar, como así fue, y para seguir aún enfadados y discutiendo después, como así parece ser, también. Colosal que es esta historia, de verdad de la buena. ¡Os lo dije!

Y aquí se explica el motivo de la discusión: ¿Cuál es la Voluntad del Padre? Pues que su Hijo muera en la cruz, para luego resucitar, y dar esperanza a la humanidad, porque si el Hijo puede, ¡PODEMOS TODOS!. ¿No os dais cuenta?

Y por eso discute con la Madre. Jesús le viene a decir, en un sentido figurado (por nosotros, claro, que esto no lo sabemos de verdad): 

“¿No querías a un hijo? Pues aquí tienes a uno disponible, a Juan, que es al discípulo a quién yo amaba. Pero, como Juan te ha dado la razón, finalmente a ti, pues tú, Juan, arrea que aquí tienes a tu madre. Pero yo tengo que hacer la voluntad de mi Padre. Y tú no me estás dejando, mujer. Y la Voluntad del Padre es que TÚ seas la MADRE de todos los Hombres y Mujeres, y que YO sea el HERMANO de todos los Hombres y Mujeres. Es por eso que... ¿te importa dejarme tranquilo un rato, mujer, para que me concentre en morirme lo mejor posible, y para que luego pueda pensar en como apañármelas yo solo para resucitar, que todavía no sé cómo se hace eso? ¿o te piensas que esto lo hago todos los días?".

 

 

Y, esto fue lo que dijo Jesús en la cruz, muy resumido:

1. "Padre, Perdónales porque no saben lo que hacen": Jesús les perdona a todos por IGNORANTES, Y NO POR HACER ALGO MALO, O SER UNOS SICÓPATAS HOMICIDAS, O ESTAR PECANDO, o jodiéndole la vida, o asesinándole. PASMOSA, LA COMPASIÓN DE ESTE HOMBRE.

2. “Estarás conmigo en el Paraíso”: le dice a uno de los ladrones que le acompañaron y que creyó en Él. Aquí, perdonadnos, pero pensamos que Jesús "iba muy sobrado".

3. “Ahí tienes a tu hijo", "Ahí tienes a tu Madre": reprimenda a la Madre y a Juan, a pesar de que están con Él, y se están jugando la vida. Lloran, y eso le jode, porque no comprenden todavía, el plan de Dios, ni creen en la Voluntad del Padre, como hace Él.

4. "Papá, ¿por qué me has abandonado?": AHORA SÍ QUE LE DA EL BAJÓN Y PIERDE LA FE. Lleva horas con un dolor insoportable. Cada vez que respira se tiene que apoyar en el clavo que le atraviesa ambos pies, y en los clavos de las muñecas. Además, se está axfixiando poco a poco. Ya no ve nada claro que vaya a resucitar. Se hunde. Está claro que ver llorar y sufrir a su Madre, a Juan, a la tía María y a la Magdalena, no le ayuda.

5. "Tengo sed": Jesús se niega a perder el sentido, y terminar ya con todo, y pide agua, que le reanimará. Es cabezón, el tipo. Quiere verse morir a sí mismo, y que no le pille la muerte, en estado de inconsciencia. Y eso es, porque morir consciente debe de ser muy mportante para poder resucitar mejor ¿qué os apostáis? (Nota: es broma, que no lo sabemos).

6. "Se ha cumplido": ¿Este es el momento de su ILUMINACIÓN, en el sentido más budista de la palabra? o, ¿es que se ha cumplido el Plan de Dios, su Voluntad, y ahora cumplirá Su promesa, de que nos va a salvar a todos de la muerte, como a Él? Puede que ambas cosas sean la misma.

7. "En tus manos encomiendo mi espíritu": Por fin se reconcilia con su Padre, con el que llevaba varias horas muy cabreado, y sintiéndose muy decepcionado con Él, y recupera, "in extremis", la Fe en que va a resucitar. Y, sobre todo, porque descubre que quien le va a resucitar es su Padre, Dios, que todo lo puede, y que no se lo va a tener que currar, el solito.

 

Pensad que Jesús tuvo un mal momento, pocas horas antes de morir: "Papá, ¿por qué me has abandonado?" Estaba claro, que aún no tenía demasiado claro el "Plan de Vuelta", al mundo. Este es el momento donde se da cuenta de que el cordero de la cena del día anterior le había sentado mal, y el vino le había dado resaca. Se le viene el mundo abajo.

Es decir, que se había tirado de cabeza a la piscina, donde más cubría, sin saber si estaba llena de agua.

Pero la Madre es lista. “¡De eso nada, monada! Que se muera otro. Eso de que te maten a ti, para que luego resucites, como quien se saca una pestaña del ojo, no se lo puedes vender a nadie, y menos a una Madre como yo. No te lo voy a permitir”.

Sabe del plan de Jesús, para dejarse coger. Ella y los hermanos le quieren ayudar a huir, antes de que sea demasiado tarde. ¡Es de eso de lo que quieren hablar con Él! Pero este Jesús les monta un “Cristo” y la lía aún más gorda, y ¡no les invita ni a la Última Cena!

Pues como en nuestras Navidades actuales: “¿Qué tal te lo has pasado?, ¿bien o con la familia?”.

Obviamente, para la Virgen María, la Magdalena era la gran culpable de meterle todas esas ideas locas en la cabeza, a su hijo. No olvidemos que esta mujer tuvo siete demonios dentro, como siete puñales que se le clavaron a la Virgen María ese día terrible. ¿Ahora resulta que ella era como el hijo? Pues sí. Y es que, a la Virgen María le estarían dando unas ganas enormes de decirle varias palabras, porque no había movido ni un solo dedo, para convencer a su hijo, para que se escapara a toda leche de Palestina.

 

Mis queridos Querubines, Ángeles y Arcángeles: ¿Acaso puede existir una peor manera de fundar algo perdurable, como una fundación milenaria, si te dejas fuera a tus principales “accionistas e inversores”, que son los discípulos, los hermanos y la Madre? ¿En qué estaban pensando los publicistas y los directores de la campaña de marketing, los ángeles, en aquella temprana época de la fundación de la Iglesia Católica?

¿Qué hubiera ocurrido si lo hubieran hecho bien? Pues, que ¡todo el planeta sería católico!

Parece ser que los ángeles, vieron llorar a María Magdalena, a mares, y se compadecieron de ella, y la fastidiaron. Y por eso fue la primera. Pero, ¡por Dios!, mis queridos serafines: un buen sentimiento nunca nos tiene que hacer perder un buen negocio, señores ángeles. Esto es de primero de marketing.

Y la única razón para hacer algo así, aparecerse primero a la Magdalena, siguiendo la lógica de las apariciones de Jesús, es que fuera familiar suya. Pero, la única manera de que María Magdalena fuera familiar de Jesús era que...  ¿FUERA SU ESPOSA? ¡Síiiii! Es decir, que fuera la OTRA, la nuera de la Virgen María, que era su suegra. Y, esta es la PRIMERA PIEZA DEL SANTO GRIAL. 

 

Y ahora, la Magdalena quedaba viuda. A ver quién cargaba ahora con otra viuda, que con el disgusto y la decepción, a lo mejor le entraban otros siete demonios. ¿Otra vez Cleofás, el tío de Jesús, iba a cargar con otra Maria? ¡Pues claro! Entonces, que nosotros sepamos, si este buen hombre cargó con estas TRES MARÍAS, ¡este tendría que haber sido el primero, el más importante y el mayor santo, de toda la cristiandad! San Cleofás.

 

Próximo capítulo: Casi estamos al final de toda la historia de la saga, con la explicación de LA SEGUNDA PIEZA DEL SANTO GRIAL: Amor consentido y "con sentido". Os lo prometo. 

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