III - ¿ESVÁSTICAS dentro de la CATEDRAL MUDÉJAR de TERUEL?  ¿Cómo es POSIBLE?

POR Angel Alvarez Orgaz
06/03/2022

Techumbre de las Cuevas de Altamira, la “Catedral” del Arte Prehistórico, en Cantabria.

La techumbre de las Cuevas de Altamira es otro panel donde se desarrolla un “videojuego” prehistórico, aún más portentoso y con más movimiento, y con el mismo fin de acrecentar las conciencias normales de las personas que estaban en las cuevas.

Todo ello, con la ayuda de la luz de las lámparas, y los cimbreos de las sombras que dotarían de movimiento a las figuras animales, y los volúmenes de las piedras mezclados con las pinturas de los bisontes entre esos efectos visuales. También con los olores de las plantas aromáticas del entorno, el sonido de las flautas y los golpes de tambor.

Y los bailes tribales de los miembros de los clanes con los que danzaban todos unidos, volviéndose un único cuerpo material y espiritual, que les dotaba de la capacidad necesaria para la supervivencia. La Techumbre de la Catedral de Teruel ahonda de manera más moderna, en las mismas técnicas de persuasión y supervivencia, 35.000 años después.

Techumbre de la Catedral de Teruel,  la “Cueva” del Arte Mudéjar, en Aragón.

Y el auténtico sentido de esta techumbre no es otro que inducir a una hipnosis colectiva, en un lugar de poder telúrico, mediante la visualización de aquello que se pretendía conseguir, para materializar ese objetivo más rápidamente dentro del convencimiento de cada persona. En las Cuevas de Altamira, los chamanes inducían en el trance a los guerreros, para provocarles un alto rendimiento en la caza, en la fertilidad y en la fe, en los más altos valores humanos.

De parecida manera actúan los deportistas de élite actuales, respecto a sus torneos de tenis, golf y otros muchos. Utilizan visualizaciones de las jugadas más importantes, músicas para aprovecharse del estrés en su propio beneficio, y diversos anclajes al éxito con gestos, que inducen mecánicamente al cuerpo y a la mente al recuerdo muy preciso de golpes prodigiosos, que ya han sido mil veces entrenados, y anclados a esos gestos., para que se puedan repetir mecánicamente con total acierto.

Y toda esta narrativa también es una increíble e impecable forma de “marketing medieval”, donde se trata de convencer a los vecinos de la villa, de lo importante y glorioso que es ser villanos de Teruel, que era lo que se les “vendía”. Y finalmente, ayudarles a “comprar” esa idea, para que se quedaran en la frontera y la defendieran incluso con sus vidas, fueran cuales fueran sus religiones, sus intereses y sus culturas.

Recordemos que el “premio gordo” de este asombroso y precursor “videojuego de la Edad Media" en el XIII eran los Fueros concedidos a sus habitantes por el Reino de Aragón: un premio único que significaba… LIBERTAD. Y libertad, para que los villanos de Teruel decidieran su destino, frente a los propios intereses de los reyes aragoneses.

Y el precio de esta libertad era que la esperanza media de vida en Teruel no superaba los 35 años.

Y estos símbolos en forma de sauvástica eran una parte relevante de esa impregnación de la conciencia colectiva de los villanos de Teruel, que tal vez los miraban sin comprenderlos, pero que aun así, sus significados les volvían poderosos, al poder comprenderlos inconscientemente. Un inconsciente colectivo que era la unión de sus mentes en un Único objetivo: la supervivencia en libertad de toda la comunidad de individuos únicos.

Uno de estos símbolos, la sauvástica, lo es con un carácter negativo y destructor, claramente intimidatorio, pero no para ellos, que se sentirían protegidos, sino para los enemigos de la villa de Teruel.

Y ellos sabrían muy bien, que la verdadera DUEÑA de esos signos y sus significados era la Virgen Santa María de Mediavilla. ELLA los defendería de esos atacantes, fueran humanos o monstruos, porque ELLA era la representación humana COMPRENSIBLE de aquellos símbolos arquetípicos, que moran y habitan en lo más profundo de nuestro subconsciente colectivo, y de nuestro inmenso corazón lleno de AMOR, ambos eternos. (Continúa...)